Por Enrique Arteaga Sustaita.

A mi amigo Pepetón siempre le suceden cosas que no a todo el mundo, pero ahora solamente le tocó ser espectador: Dice que: “Venía en el bus urbano y entre la demás gente, venía un borrachito de pie; junto a él, sentada, venía una señora de la tercera edad, menudita, quien al llegar el bus a la estación de Venustiano Carranza y Niños Héroes, con gran dificultad se puso de pie y sí, también acusaba cierta discapacidad motora.

Tan pronto el borrachito se dio cuenta de la situación, en menos de lo que te platico, tomó a la señora en vilo y ésta, por más esfuerzos que hacía, no podía ni tocar el piso con sus zapatos. –”No tenga miedo madre” –decía el borrachito repetidamente- conmigo viene segura. Con gran rapidez el borrachito depositó a la viejita, segura –como lo había dicho- fuera del bus instantes antes de que cerraran la puerta.

Todavía los pasajeros pudieron ver a la viejita a través de las ventanas, levantar las manos amenazadoramente al tiempo que gritaba echando pestes: “¿Para qué me bajó aquí $%&/*&%gada si esta no era mi parada?”. El borrachito se tapaba la cara de vergüenza al tiempo que comentaba conmigo: “¡la $%&/gué! ¿Verdad?””. Mi amigo dice que asintió con la cabeza haciendo un gran esfuerzo por no soltar la carcajada. ¡Jajaja! (esta última carcajada es mía, el que escribe).

Por Chihuahua Es Cultura