Lo de James Cameron fue un auténtico trabajo de campo. La pasión del cineasta por las profundidades marinas no solo se vislumbra en una de sus obras maestras, “Titanic”, cinta que se estrenó en 1997, sino que fue más allá. De hecho, para el director de cine, rodar esta película fue, entre otras cosas, una “excusa” para poder realizar expediciones para observar de cerca los restos del icónico barco.
Tal y como explicó en 2009, en una entrevista con “Playboy”, Cameron reveló que una de sus motivaciones para rodar la cinta protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet fue que “quería bucear entre los restos del naufragio”.
De esta forma, y al enterarse de que había quienes realizaban tales expediciones, Cameron realizó la película, de tal manera que posteriormente pudiera financiarse sus propios viajes submarinos. Y lo hizo hasta 33 veces.
El Titanic fue localizado en 1985 bajo el Atlántico norte, a 3.821 metros de profundidad. Un año después se produjo la primera expedición para intentar llegar a los restos del célebre pecio hundido en abril de 1912. Doce años después, Cameron firmó como realizador el archiconocido filme “Titanic”, una declaración de amor al mar y aquel episodio histórico convertido en mito, pues para el cineasta la exploración marina y el cine están estrechamente relacionados, y así lo demostraría en más de una ocasión.
En 2012, se sumergió en una de las aguas más profundas de la Tierra: la fosa de las Marianas. Viajó hasta casi 11 kilómetros bajo la superficie a bordo de su propia nave sumergible, el Deepsea Challenger, diseñada especialmente para una expedición de tal envergadura.

“El Titanic era el Everest de los naufragios“, definió Cameron, así como aseguró que “el trabajo del explorador es ir y estar en el borde remoto de la experiencia humana, y luego volver y contar historias”. De esta manera, son interesantes las vivencias que llegó a contar sobre su viaje a la fosa de las Marianas: “Salí como flecha, lo más rápido que he visto nunca. Estaba mirando el indicador de profundidad y estaba a 300 metros en los primeros minutos. Luego 600, luego 900.
El submarino volaba como un murciélago”. Cuando llegó a los 8 kilómetros, lo más profundo que había llegado nunca, todavía le faltaban 2,7 para tocar el fondo del océano. Una vez allí, pasó unas tres horas recogiendo muestras y filmando el inabarcable paisaje.
El resultado de estos viajes y estos estudios del fondo marino por parte de Cameron fue todo un archivo de imágenes filmadas y fotografiadas de las profundidades, que resultaron en citas como “James Cameron: desafío en las profundidades” (2014) -cinta sobre la expedición de casi 11 kilómetros de profundidad-, “Una expedición de James Cameron: el acorazado Bismark” (2002), “Misterios del Titanic” (2003) y “Misterios del océano” (2005).
Por Chihuahua Es Noticia