7 de febrero de 1921. En la madrugada del seis de febrero de 1921 una bomba estallaría en el Palacio Arzobispal de la Ciudad de México.
Para el historiador Jean Meyer era la forma en que el gobierno del general Álvaro Obregón se cobraba la osadía de la élite eclesiástica de coronar a la Virgen de Zapopan fuera de los recintos religiosos.
Desde luego que el atentado dinamitero fue condenado por el mismo Estado.
A las 3:30 de la mañana un Ford, sin luces ni placa, circulaba a “toda velocidad” por la segunda calle de Brasil rumbo a Santo Domingo. Se pegó a su lado izquierdo y al pasar enfrente de la residencia del Arzobispo de México José Mora y del Río, lanzó una bomba. Diez minutos más tarde se escuchó un estruendo.
El artefacto explosivo había estallado donde dormía la máxima autoridad religiosa del país.
Lo anterior fue reconstruido por el relato que hicieron el 7 de febrero para El Universal y El Demócrata el gendarme placa 328 y un gelatinero que vendía todos los días y a esas horas de la noche en el lugar de los hechos.
Los daños en el Palacio del Arzobispado, además de la puerta principal, fueron cristales rotos en la ala izquierda del edificio, un transformador de luz que “se hizo mil pedazos” y las ventanas de la alcoba de José Mora.
La policía llegó casi de inmediato luego que el gendarme diera aviso. Se levantó un acta con los daños materiales y se dejó claro que no había heridos.
En un principio se buscó culpar a los miembros del Partido Comunista Mexicano, incluso hubo algunas detenciones, miembros de la iglesia católica culparon al gobierno de Obregón de ordenar el atentado, cómo represalia a un evento religioso que se hizo fuera de los recintos católicos de Zapopan, Jalisco.
Nunca se encontraron a los culpables del atentado, pero este evento es considerado como el inicio de las hostilidades entre los gobiernos de Obregón y Plutarco Elías Calles contra la iglesia católica, que desencadenaría la guerra cristera de 1926-1929.
📚Fuente: González Navarro, Moisés, Cristeros y agraristas, Colmex, 2001.
📰🗞️Imagen: “El terrorismo se cierne sobre la capital”, El Demócrata, 7 de febrero de 1921, Portada, Hemeroteca Nacional, UNAM.