El mundo la conocía como “tía Jemima”, su nombre real era Nancy Green y era una verdadera historia de éxito estadounidense. Nació esclava en el condado de Montgomery, en el estado de Kentucky en 1834 y se convirtió en una estrella en el mundo de la publicidad, más no fue millonaria como se especula.

Green tenía 56 años cuando fue seleccionada como portavoz de una nueva harina para panqueques preparada y autocreciente ella hizo su debut en 1893 en una feria y exposición en Chicago, mostró la mezcla de panqueques y sirvió cientos de panqueques y se convirtió inmediatamente en una estrella.


Ese mismo día la empresa tuvo miles de órdenes de la harina de la tía Jemina.
Ella era una buena narradora, su personalidad era cálida y atractiva, y su talento para el espectáculo era excepcional. Su stand de exhibición atrajo a tanta gente que se tuvo que asignar personal de seguridad adicional para mantener a las multitudes en orden.

Nancy Green firmó un contrato de por vida, viajó en giras promocionales por todo el país. Su estatus como portavoz nacional le permitieron convertirse en una destacada defensora de los derechos y en favor de la igualdad para las personas afroamericabas en Chicago.

Mantuvo su trabajo hasta su muerte a los 89 años de edad. Ella falleció el 30 de agosto de 1923 en Chicago, cuando un auto chocó con un camión y este se volcó en la acera donde Green estaba parada. Sus restos se encuentran en el panteón Oak Woods, al norte de dicha ciudad.

Nancy Green fue una mujer notable… y acaba de ser borrada por una generación de cristal, una generación débil que no tolera el gluten, una generación que hace berrinche porque aún no abren los Starbucks para ir a tomarse fotos para subirlas a Instagram. Esa generación es la que cree que la imagen de la tía Jemina en el empaque es racista y no es políticamente correcta. De no creerse.