Desde la fundación de lo que hoy es el PRI, nació en 1929, con el nombre de Partido Nacional Revolucionario, hasta el final del siglo XX, se acostumbró que el presidente saliente nombraba a su sucesor. A esta práctica se le llamó “dedazo”.
Luego de la inauguración del Banco del Bienestar, el presidente López Obrador levantó la mano derecha de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, al tiempo que enfáticamente la señalaba. Claudia, más sonriente que lo que acostumbra, izó sus dedos índices, uno señalando hacía arriba y el otro a los que presenciaban el acto. Esto fue interpretado por los medios y por la clase política como un “dedazo” a favor de la señora Sheinbaum.
Si lo sucedido fue un “dedazo”, es obvio que fue muy anticipado. Falta un poco menos de unos meses para que las candidatas y candidatos de los partidos a la presidencia se postulen.
Son el priista Adolfo Ruiz Cortines y el morenista López Obrador, dos presidentes parecidos: uno y otro llegaron sexagenarios al poder, ambos taimados y sin tener el dinero como prioridad. (Ruiz Cortines decía: “El dinero nunca es número uno; tampoco es número dos”).
La comparación viene al caso por la posibilidad de que el tabasqueño esté manejando su sucesión como la manejó el veracruzano. Cercano el nombramiento, en una reunión de gabinete don Adolfo se la pasó alabando a su secretario de Salubridad y Asistencia Pública, doctor Ignacio Morones Prieto, “indígena como Juárez, honesto como Juárez, patriota como Juárez”.
Este es, pensaron unos y otros. Semanas después instruyó a su secretario de Hacienda, Antonio Carrillo Flores, “hay que limpiarle el escritorio al Pollo” –así le decía a Gilberto Flores Muñoz, su secretario de Agricultura—. La petición provocó que se pensara que don Gilberto era el bueno.
Ya sin mucho tiempo para decidir le dijo al general Agustín Olachea Avilés, presidente nacional del PRI, “ya casi lo tengo, pero investigue si el licenciado López Mateos, secretario del Trabajo, es de religión protestante”. Días después, el general Olachea regresó de su encomienda: “Lo de López Mateos son sólo rumores”. “Bueno —dijo el presidente muy tranquilo— pues él es.
Después Ruiz Cortines explicó: “Ya parece que si fuera el bueno le mando limpiar su escritorio al Pollo”.

Lo mismo ha hecho el Presidente con su Secretario de Gobernación, Adan Augusto Santiago, un ex priista que perteneció a ese partido hasta el año 2 mil y a quien ha placeado, siempre en las reuniones de gabinete, constantemente viajando a visitar las delegaciones en los estados,etc. Su amigo, su compañero de infancia Una especia de la dupla al estilo de los ex presidentes López Portillo y Luis Echeverría, un “dedazo” a quien se supone va a cuidar sus espaldas una vez termine su mandato.
No es para menos el Presiente se formó en el viejo PRI. Si uno analiza las conferencias “Mañaneras”, López Obrador constantemente recuerda de buena manera a Presidentes como Adolfo López Mateos, Adolfo Ruiz Cortinez y ni se diga al General Lázaro Cárdenas, es decir, AMLO se sentía agusto en ese partido desde su ingreso a la universidad en los años 70’s hasta que cambio de rumbo “ideológico”, cuando Salinas de Gortari fue nombrado candidato en 1988 y cuyo plan dejaba el viejo modelo económico Nacionalista.
Por Chihuahua Es Política