Dicen que un viajero, a diferencia de un turista, no tiene un lugar predeterminado a donde llegar y muchas de las veces ni siquiera una ruta fija. Dicen también que un viajero no busca un lugar de descanso y diversión, sino que busca más bien, conocer y descubrir la realidad cotidiana del lugar al que llega. Pero además, un viajero busca transmitir, comunicar y dejar testimomio de lo que ha vivido viajando.
El descubrimiento de El Paso del Norte del Río Grande por los primeros exploradores españoles, extranjeros a estas tierras, trajo a miles de “viajeros”. Muchos de ellos dejaron su testimonio en crónicas y narraciones extraordinarias.
Luego, convertida en Ciudad Juárez, la frontera se convirtió en una “Meca Turística”. Atrajo ahora a decenas de miles de turistas, casi todos norteamericanos y a uno que otro “viajero”.
Uno de esos viajeros era un español, originario de Palma de Mallorca, Carlos Daniel Alvarez y Antolín, un periodista siguiendo y demostrando la huella dejada por sus ancestros en el Suroeste Americano. La visita a Cd. Juárez en ese año de 1959 era obligada para él.
Las Islas Baleares, el archipiélago español en el Mar Mediterráneo cuya capital es Palma de Mallorca. Entre Palma y Ciudad Juárez hay 9300 kilómetros de distancia y entre la Ciudad Juárez de entonces y la de hoy en día hay casi sesenta y cinco años.
La distancia no ha cambiado, los tiempos si…
Era el año de 1959 y la Ciudad Juárez de entonces, con una población cercana a los trescientos mil habitantes se preparaba para celebrar los Trescientos Años de la Fundación. Fray García de San Francisco de la Orden de los Franciscanos la había fundado como la Misión de Guadalupe de El Paso del Norte, el 8 de Diciembre de 1659.
Terminada la Revolución Mexicana en 1920 y con el auge económico que significó la época Prohibición Americana, Juárez inició una era dorada como Meca turística, aún después de terminada la Ley Seca. Los cincuenta y los sesenta fueron todavía parte de esa “era dorada. 1959 era además el año en que la Ciudad cumplía tres siglos.
Juárez era la “Joya de la Frontera” y aparecía en esos años no solo en numerosas guías de turismo y revistas, sino también en muchas noticias periodísticas. Es cierto que la Ciudad siempre aportaba historias para la “nota roja” que luego circulaban por el mundo. Pero eso estaba muy lejos de ser una constante; Juárez era conocida por sus atractivos y bondades.
Es en ese año que aparece la crónica de Carlos Daniel Alvarez y Antolín, publica en el Diario Baleares, en Octubre de 1959.
“Los Reportajes de Baleares; Las Huellas de España en los Estados Unidos”
“Una visita a Ciudad Juárez es una de experiencia inolvidable”.
“Tras cruzar la frontera todo es distinto.”
“Cruzamos la frontera que cambia de nombre al estado y al río; en Estados Unidos le llaman el Río Grande, en Méjico, los mejicanos, más realistas y peleones le llaman el Río Bravo.
Sin embargo la calle conserva su nombre, aunque no su aspecto, este cambia en unos pocos metros. La “Avenida de Juárez”, rebosante de peatones alegres, dicharacheros, que llenan de voces melosas la Ciudad. Las casas son más pequeñas (que en El Paso, Tx.), abundando las de una sola planta y las de dos cuando además de una tienda tiene la vivienda encima.
El sol y el cielo se parecen a los de Madrid y los mejicanos aprovechan hasta el último rayo solar, que toman en los bancos de las plazas o apoyados contra las paredes de los edificios. Rostros renegridos, de ojos oscuros y torsos cubiertos con camisas y blusas de alegres colores, destacan sobre el siena, el azul celeste, el rosa y el blanco calcáreo de las fachadas.
Fui nombrado visitante distinguido por el presidente municipal y su cabildo. Brindamos con tequila. Audaz y confortado, no me sentía en tierra extraña, me lancé a la calle con mi acompañante.
Nuestra primera visita fue al mercado, al aire libre, especie de zoco abigarrado y aromatizado con olores de especias, frutas y viandas. Los puestos tienen unos toldos que cierran la tienda por la noche y dan sombra a la calle en el día, al ser levantados. Están tan juntas las casetas que los toldos se unen, a veces, y forman un túnel. Otras, son unos verdes embarrados, los que dan sombran en las estrechas callejeas.
Viejos pintorescos, muchachas garbosas, con blancas blusas bordadas, jóvenes y chiquillos prestos a la sonrisa, que pone una nota marfileña sobre el nogal del rostro. Amas de casa, con su bolso al brazo se cruzan y entrecruzan ágilmente entre los puestos.
Confieso que he sentido una ternura desconocida al oír los nombres de frutos y frutas, y al considerar la enorme riqueza de léxico incorporada al castellano en estas tierras del Descubrimiento. Todas esas palabras hacen vibrar unas cuerdas cordiales que los españoles ignoramos poseer.
Y el visitante recién llegado de España se extasía al escuchar los pregones, nopales, chácales, aguacates, jícamas, chícharos (una especie de guisantes), frijoles y chiles en todas sus variedades, serranos, poblanos, jalapeños, puya y caribe, los más picosos.
Y en la “caseta de confitería” o puestos de dulces, los dulces de arrope, melcochas de calabaza, mazapanes de cacahuate, camotes y chilicayotas.
Y de comer, las tortillas de maíz, con las que las cocineras hacen en un santiamén enchiladas, tacos, taquitos y flautas. Todos son lo mismo, varían el tamaño y la forma, de manutillo, relleno de carne picada con queso y el invariable chile, reminiscencia de nuestras guindillas y nuestro pimentón.”
Y la Misión, dominando la Plaza Principal, lugar de reposo y mentidero de los Juareños.
Calles, plazas y mercados rebozantes de Juareños, de tipismo y colorido, hacen vibrar las más cordiales fibras humanas.” Carlos Daniel Alvarez y Antolín. Diario Baleares, Palma de Mallorca, España. 15 de Octubre de 1959.
Era la visión de un viajero español en Juárez, tratando de descubrir las reminiscencias españolas en la Ciudad Juárez de 1959, pero que para un norteamericano anónimo, de lugares “más cercanos” pero lejanos en raza y cultura, en esos mismos días, era estar en otro lugar muy diferente a los conocidos por él.
“Cuando cruzas el puente sabes inmediatamente que estás en un país diferente, el idioma es diferente, la gente se ve diferente, la constante atmósfera de bazar es diferente. Pero Juárez es más que una ciudad de bazares y tiendas de curiosidades.
Juárez es también una ciudad de gran significado histórico que ha visto el surgimiento y caída de emperadores y presidentes.
La fundó Fray García de San Francisco en 1659 al erigir la Misión de Santa María de Guadalupe”. The Gazzete. Cedar Rapids, Iowa. USA.
No era cualquier tiempo, eran los trescientos años de la Ciudad que se preparaba para festejarlos, con desfile de carrros alegóricos mostrando las etapas de su historia, con la emisión de una medalla conmemorativa. Mientras Cleofas Calleros el historiador preparaba su edición de lujo de la historia de la Misión, de apenas poco más de doscientos ejemplares en gran formato.
Y también por esos mismos días el “San Francisco Examiner” publicó la noticia de que el escultor Ignacio Asunsolo trabajaba ya, en su estudio y taller de la Ciudad de México, en la estatua de Fray García de San Francisco, que sería develada en algún lugar de Ciudad Juárez, el día 8 de Diciembre de 1959, en Tercer Centenario de la Fundación de Ciudad Juárez.
Raro, pero nunca se supo qué pasó con ese proyecto, que hubiera dejado una huella histórica de esa histórica celebración.
Lo cierto es que Juárez vivía un auge en muchos sentidos, era una ciudad tranquila, bulliciosa, visitada y admirada por propios y extraños, mexicanos, españoles o norteamericanos…
Juarez era simplemente, diferente y lo seguirá siendo a pesar de sus historias alegres y trágicas.
Fotografías
Tarjetas Postales de la Avenida Juárez, a “contra toma”, entre los años de 1948 – 1962.
Para un turista común la Avenida Juárez era la calle que representaba a la Ciudad Juárez de las guías turísticas. Ir más allá de ella era entrar a la Ciudad Juárez, mexicana e histórica. Era conocer y ver al verdadero juarense y adentrarse en la historia madre del norte de México y de Chihuahua, pero también del Suroeste Americano.
Crónica por Jaime Federico Rico Granados.