Los primeros tacones altos fueron una forma de calzado militar, eran utilizados por los guerreros persas y otomanos a principios del siglo XVI; eran un implemento para que los jinetes pudieran mantenerse estables en el estribo al levantarse para disparar, el tacón les hacía ser mejores soldados; para entonces era una cuestión meramente práctica, aún no estética.

Con el tiempo los zapatos al estilo persa fueron adoptados por aristócratas que deseaban una “apariencia viril”, por lo que los tacones se convirtieron en un símbolo de poder y masculinidad, así se extendió su uso por las cortes europeas, destacando particularmente los famosos zapatos rojos de Luis XIV; paulatinamente su uso se extendió también a las mujeres de estratos privilegiados y comenzaron a fabricarse en una gran variedad de estilos, materiales y diseños para satisfacer la vanidad de sus portadores.

Tiempo después, durante la Ilustración y su preferencia por lo racional y utilitario,
la moda masculina se volvió más práctica. En oposición a esta racionalidad masculina, se percibía a las mujeres, como más emocionales.

Los tacones altos, fuera de los campos de batalla, no eran prácticos, así que eran vistos como absurdos y, por ende, afeminados para las creencias de esa época. Para mediados del siglo XVIII los tacones en hombres cayeron en desuso.

Via BBC Mundo.