Te quiero contar algo que en verdad me parece muy injusto, es mi historia de cómo traté de ser un emprendedor, dar empleo y hacer crecer la economía de mi país.

Mi mujer y yo pusimos una pequeña tienda de abarrotes en mi casa, al principio solo la atendíamos cinco horas al día, que era lo que podíamos estar ahí, porque yo tenía además otro trabajo durante la mañana y parte de la tarde, esto para asegurar un ingreso mensual y mi mujer atender a nuestros hijos al salir de la escuela, combinábamos actividades para poder salir adelante.

Llegó la pandemia y me recortaron del trabajo, una gran injusticia. Me quedé solo con la tienda de abarrotes para sobrevivir.

Nadie te lo dice pero en ningún lado ya me querían contratar, para la mayoría de las empresas si tienes cincuenta años, ya no les sirves, yo soy una persona fuerte, hago ejercicio, no me considero para nada un inútil, pero bueno lo tomé como una señal de Dios ya que siempre había querido ser mi propio jefe, y pues con el dinero de mi liquidación me animé y amplié la tiendita, contraté a dos trabajadores y en lugar de abrir cinco horas al día, pasamos a atender al público catorce horas.

Fue mucho el esfuerzo, y mucha la incertidumbre, las horas de dedicación que invertimos mi mujer y yo para hacer la ampliación, para comprar muchos de los productos que vendíamos en la tienda, planeando qué productos vender, pero sobre todo fue mucha la ilusión de hacer crecer nuestro negocio, los dos nos esmeramos mucho en dar muy buen servicio, la verdad es que clientes nunca nos faltaron, y cada vez más vecinos nos compraban a nosotros.

Y justo aquí fue cuando empezó mi verdadera pesadilla.

Cuando vieron grande mi tiendita, rápido me cayeron encima inspectores, auditorías, cobros, multas y un montón de gastos que hicieron imposible seguir operando el abarrotes, solo pude estar unos pocos meses con el negocio abierto.

No es justo, resulta que tienes que pagar muchísimos impuestos, está el IVA, el impuesto sobre la renta, el predial, el impuesto estatal, el impuesto de nómina, el seguro social, el Infonavit, además tienes que pagar prima vacacional, aguinaldo, incentivos, pero lo que es peor, si abres un negocio tienes que pagar piso, la delincuencia manda, y si no quieres tener problemas tienes que pagar mensualmente tu cuota. Con la Pandemia, Pedro el taquero de la esquina ya no pudo seguir pagando la cuota, y misteriosamente lo mataron en un asalto antes de empezar a despachar cuando estaba bajando la verdura, ni dinero traía ya que apenas iba a empezar a trabajar, algo que nadie te enseña, tampoco está en ningún libro, te das cuenta a fregadazos que el Gobierno se convierte en tu socio, pero un socio que sólo cobraba y no le aportaba nada al negocio.

Yo aportaba toda la inversión para la operación de la tienda, todo el tiempo que se requería, todo el esfuerzo, toda mi salud en juego, horas y horas de trabajo, y mientras el Gobierno, a través de diversos cobros, permisos, trámites y multas, se quedaba con el 40 por ciento de lo que yo vendía.

Yo tenía que pagar además la luz, agua, a los empleados, pagar el producto que vendíamos, y hasta instalar cámaras de seguridad porque empezaron a haber muchos robos hormiga y la policía nunca hizo nada, es decir, al Gobierno no le importaba si me robaban y me dejaban con muchos problemas de dinero para poder seguir operando al día siguiente, pero eso sí ahí andan extorsionando gente en los alcoholímetros, o bajándote una lana si no has pagado la tenencia.

Todo eso eran gastos y más gastos que iban creciendo semana a semana y el Gobierno quería puntualmente su 40 por ciento de las ventas, sin importar que hubiera muchos gastos de operación de mi tienda que iban creciendo y que muchas veces no podía tener el efectivo a la mano, ya que todo mi dinero estaba invertido en producto y que poco a poco cuando lo iba vendiendo apenas iba sacando para el gasto de la semana.

Ah y si me llegaba a retrasar en un pago aunque fuera por un día, rápido me caían multas, inspecciones y demás.

Resulta que además de todo, a mi “socio”, el Gobierno en todas sus vertientes, le tenía que pedir permiso para correr a un trabajador si este no estaba cumpliendo con su labor, tenía que pedirle permiso si quería hacer una ampliación o mejora a la tienda, igual si quería poner algún anuncio en la calle, tenía que pedirle permiso para todo y en todo momento; y desde luego que esos permisos eran más gastos, más dinero para mi “socio” que como te conté no ponía nada para el bien de la tiendita, no hacía nada más que estirar las manos para recibir el dinero.

Al final tuve que cerrar mi tienda, perder los ahorros de toda una vida, la liquidación que me dio la empresa, además me quedé con todo el mobiliario que compré para operar el abarrotes, con una ampliación puras cosas que ya no me sirven de nada, ah, y de cuándo en cuándo, aparece una nueva multa, un nuevo cobro que ir a pagar, aún cuando el abarrotes ya está cerrado.

Uno quiere ser productivo, mejorar la economía de la familia y de más personas a mi alrededor, pero pues no se puede, no te dejan en este país, el empresario es el enemigo, al que hay que destruir, no se dan cuenta que precisamente de los impuestos sale el dinero para su sueldo, para lo que roban, hasta para malgastarlo en obras innecesarias. La cosa es que quieren pura gente que dependa de ellos, para que les regalen su voto, o mas bien para comprarle sus votos y seguir en el poder, luego con otro nombre de partido, o con otro color, pero en esencia los mismos de siempre.

El “socio” está ahí listo para que le des puntualmente su porcentaje, sin él dar absolutamente nada a cambio, nada más que muchas preocupaciones, dolores de cabeza y mortificaciones que se transforman en problemas en mi salud, ahora resulta que en la noche no puedo dormir y me salió una arritmia de tanto estrés.

Así no se puede, están acabando con los pequeños y medianos emprendedores de este país, leí que en otros países los Gobiernos apoyaron a sus empresarios, pero aquí no, aquí somos la vaca que se explota, pero sin darle alimento y sin darle agua pues la vaca se muere, no se puede nomas sacarle y sacarle.

Y yo al final me quedé sin dinero, sin ahorros, con deudas y buscando un trabajo para sobrevivir.

Y sabes qué es lo más triste de ésto, es que el dinero que me quitaba mi “socio” y el que le quitan a muchos como yo, va a dar a la construcción de un tren que destruye la selva en el sur del país y que me he enterado que la gente de aquellas comunidades no quiere; se va también en construir una refinería y un aeropuerto que es un capricho que solo beneficiará a unos poquitos que tienen dinero para viajar en avión. No solo se roban el dinero, además lo gastan a lo tonto. Que diferente habría sido si en la pandemia les dejan de pagar a los del Gobierno, ahí si se hubieran puesto las pilas para buscar como ayudarnos al pueblo.

Yo me quedé sin trabajo, sin dinero y sin mi tiendita de abarrotes, pero lo que mas tristeza me da es que a nadie le importa, y muchos siguen diciendo que estábamos mejor cuando estábamos peor, y con un pequeño momento de risa, levantamos los hombros y nos resignamos a que cada gobierno que llega esta peor que el que se fue.

Nosotros peleándonos entre familia, para defender a los mismos políticos de siempre pero que nomas se cambiaron de partido, mientras ellos se ríen de nosotros en sus lujosas casas en Houston.

Autor desconocido.