Era asociado a la sensualidad y una característica indispensable de femineidad; algunas mujeres no se cortaban nunca el cabello en toda su vida.
Llevar el cabello suelto en público era considerado una audacia y para muchos como algo inmoral, pues esa intimidad estaba reservada al esposo.
Una larga y abundante cabellera era también un símbolo de estatus, pues se requería mucho esfuerzo y tiempo para cuidarla, además de productos para mantenerla limpia, brillante y peinada.
Era tanto el gusto por las cabelleras largas que en la segunda mitad del XIX el espectáculo de las siete hermanas Sutherland en Estados Unidos fue muy popular, no tanto por su baile y canto, sino por sus distintivas cabelleras que presumían tener más de dos metros de largo.
La moda respecto al cabello femenino cambió radicalmente en la primeras décadas del siglo XX, con la llegada del corte Bob y la estética flapper.
Por Chihuahua Es Historia