Es un duro ejemplo, pero no deja de ser un ejemplo.
Ejemplo también de nuestros extremos.
Podemos debatir eternamente sobre quién tiene la razón, sabiendo en el fondo que todos estamos equivocados cuando no hay equilibrio en nuestras verdades.
No hay nada bueno que no se pudra y nos mate cuando lo llevamos al extremo fanatismo, como nada malo hay que finalmente nos mate, si aprendemos a controlarlo.
El hombre ha matado en nombre de su dios, odiado en honor a su razón y hasta se ha quitado la vida, al sentirse poseído por alguna emoción.
Aunque hago reverencia a estas damas por ilustrar nuestra enfermedad social de “fanatismo en cualquier cosa” también deseo, y profundamente, aprender a ser un líder así, que se desnude como ejemplo, mostrando mis vergüenzas, hablando con claridad de mis instintos más bajos, sin ocultar mis tragedias, para qué tal vez un día, cuando pregunten quién eran Yokoi Kenji, que nadie se atreva a decir: “era alguien maravilloso, tan lindo y coherente”. Y si mejor que alguno responda con gran razón y conocimiento: “Yokoi fue un ser humano lleno de problemas y unos cuantos mensajes”.
Paz.
¿Entendió?.. Ni yo.
Yokoi Kenji
FOTO: @joannawatala