El primero que existió en la ciudad de Chihuahua estuvo anexo a la actual Catedral, en el centro histórico. El Ayuntamiento y los líderes del clero ordenaron obras para su reparación, las cuales quedaron concluidas en junio de 1756.

Anteriormente se acostumbraba sepultar los cadáveres en el interior de los templos y en sus patios anexos, práctica que posteriormente fue prohibida.

Para 1802, con el aumento de la población, fue necesaria la construcción del cementerio de San Felipe, con una capacidad inicial de cuarenta tumbas. Ahí fueron sepultados los restos de Allende, Aldama, Jiménez y otros caudillos de la insurgencia que fueron fusilados en Chihuahua a mediados de 1811.

Este fue el primer cementerio de la ciudad separado de los templos. Ocupaba parte del jardín Abraham González de la Quinta Touche y del Templo de la Trinidad. Posteriormente, parte del terreno fue destinado para talleres y escuelas. Luego, el gobernador Luis Terrazas dispuso que el cementerio anexo a la Catedral fuera desmantelado en 1886 y se coloco la verja de hierro que circundaba el atrio. En la misma época se desmanteló también el cementerio anexo al templo de San Francisco de Asís y sólo perdura el del Santuario de Guadalupe.

El panteón de La Merced se abrió al servicio público en 1849, en los días de la epidemia de cólera-morbus que azotó a la ciudad. Allí fueron fusilados los jefes imperialistas Julio Carranco y Carmen Mendoza en los tiempos de la intervención francesa. Terminó por clausurarse cuando ya no hubo cupo para más inhumaciones. Lo convirtieron después en el parque Jesús Urueta en 1925.

En 1853, se construyó el cementerio de Nuestra Señora de la Regla, conocido como el panteón de La Regla. Se destinó para acomodar a los deudos de las clases de las acomodadas, pues las familias humildes iban a parar al de La Merced. El panteón de La regla fue clausurado en 1885, pero se realizaron algunas inhumaciones con permisos especiales a algunas personas.

Funeral Abraham González, Panteón de La Regla
El panteón fue totalmente arrasado a mediados del siglo XX para construir el parque Revolución. Los restos de algunas personalidades que se encontraban en el panteón, fueron trasladados a la rotonda de los Chihuahuenses Ilustres debido a la intervención de la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos. A los deudos en general se les notificó de la necesidad de exhumar todos los cuerpos ahí enterrados y buena parte fue trasladada al panteón de Dolores y al Municipal.

El Panteón General, que se encontraba ubicado en la llanura de Santo Niño, se inaguró a finales del siglo XIX. Fue arrasado y convertido en un campo deportivo durante la administración del coronel Roberto Fierro Villalobos, para finalmente en 1947 convertirse en la Ciudad Deportiva durante la administración del ingeniero Foglio Miramontes.

El panteón de Santa Rosa, situado al sur del cerro del mismo nombre, se abrió al servicio en 1908 y se clausuró 10 años después. Fue escenario de cientos de fusilamientos que se llevaron a cabo durante el régimen villista de 1913 a 1915. En la actualidad no queda huella de él.

Hoy en día en la ciudad de Chihuahua funcionan el panteón de Dolores, el Municipal, el de La Colina, San José, Nombre de Dios y varios más, siendo una práctica cada día más común la incineración y la colocación de las cenizas nuevamente al interior de los templos.

Por Lucia Chávez.