MI HERMANO Y YO

Mi hermano y yo hicimos un pacto para después de crecer, para cuando seamos adultos:

Libraremos batallas, primero por desprendernos del árbol que nos dio la vida para que brote la nuestra, después por conseguir las mejores tierras y crecer lo más fuertes, compitiendo fuera, nunca dentro.

Por eso nunca nos restaremos sombra, ni atacaremos nuestra raíz primera y menos aún dañaremos nuestros frutos, en diferentes campos y con diferentes flores, aún así somos parte de la misma semilla, cerca o lejos, muchos aromas nos unen y nos traerán a los recuerdos.

Y si hemos de ser diferentes, nunca seremos ajenos, porque la hermandad una vez que uno crece, no es parentesco, es memoria, es savia y sangre, la que no se ve y sin embargo es la que más obliga, porque una vez compartimos el mismo latido y seguiremos siendo, la misma semilla.

No puede haber entonces diferencias mayores, que nos lleven a enfrentarnos, porque lo que te duele me duele, lo que me daña, te daña y nosotros que nacimos hermanos, no lo hicimos para lastimarnos, antes bien para protegernos.

Autor: Lucia Toranzo