¿Asunto? ¿Aló? Hay varias maneras de contestar el teléfono. Pero, por qué la gran mayoría de mexicanos contestamos “¿bueno?”. Existen muchas costumbres que cada país adopta como la de responder “mande” en México cuando alguien nos nombró para decirnos algo. Justo por eso, el otro día me volví a replantear la pregunta: ¿Por qué en México respondemos al teléfono con la palabra “bueno”?

Resulta que en el siglo XIX cuando apenas se iniciaba el servicio de telefonía en México, a falta de una mejor tecnología, todas las llamadas sin excepción tenían que ser enlazadas a una central telefónica en donde había operadoras que tenían la función de enlazar las llamadas de un número a otro, es decir, había una intermediaria responsable de pudieras hablar con la otra persona.

Un usuario sólo tenía que estar conectado a una central para poder comunicarse. Las centrales telefónicas en operadas por una telefonista que recibía las llamadas y establecía la comunicación entre los usuarios.

El usuario interesado en comunicarse, daba el nombre y el número con quien quería comunicarse y la operadora los enlazaba. Ésta, para asegurarse de que la comunicación estaba establecida, preguntaba: “¿bueno?”. Los usuarios respondían “bueno” y esa era la señal de que el enlace era exitoso. El proceso era largo y la tarea de las telefonistas, siempre mujeres, de mucha precisión y gran estrés para poder atender a todas las llamadas. Y, desde luego, había pocos y se trataba de un medio de comunicación exclusivo para la élite.

Las centrales telefónicas fueron desplazadas y llegaron los teléfonos con discos, luego los digitales, los celulares y ahora las llamadas por internet. El avance tecnológico es tal que quizá, querido lector, tú ni siquiera recuerdas los teléfonos que se discaban.

Tanto estas centralitas como los primeros teléfonos funcionaban con la electricidad generada a través de la magneto, una batería local que producía electricidad al frotar unos imanes y que se accionaba girando una manivela.