RODOLFO REYES: EL QUE SE FUE POR EL ESPEJO.
Rodolfo Reyes fue el segundo de los hijos del general Bernardo Reyes. Ferviente seguidor de los pasos de su padre, tenía fama de ser impulsivo y obsesivo, de carácter despótico, vestía el uniforme militar con la arrogancia del que se piensa intocable.
Aquel nueve de febrero de 1913 esperó afuera de la prisión militar de Santiago Tlatelolco a su padre, con una chaqueta de cazador y una gorra de piel. Bernardo Reyes pensaba que se tenía que ir elegantemente vestido a las grandes batallas y con ropa interior impecable.
Rodolfo traía consigo la proclamación dictada por el general Reyes. Montando un potro azabache de gran alzada avanzaron juntos al frente de los golpistas rumbo a Palacio Nacional.
Al llegar a las puertas de Palacio fueron recibidos por una ráfaga de ametralladora, Bernardo Reyes cayó herido de muerte, Rodolfo pudo escapar, huyendo hacía el Zócalo. De nada sirvió la gran alzada del potro azabache.
Del animal muerto recuperó la proclama de la faltriquera, que se perdió en el tiempo. El 19 de febrero fue nombrado secretario de Justicia del gabinete huertista.
Alfonso Reyes le reprocho a su hermano ser el instigador de la muerte suicida de su padre.
Rodolfo insistía a su padre que se lanzará a la sublevación y Alfonso le pedía que se retirará a escribir sus memorias. Su relación fue distante, no se reconciliaron ni con la muerte.
Te cegaba tu propia bizarría
Y te fuiste detrás de tu reflejo
como el que se perdió en el espejo.
Alfonso Reyes.
Por Jorge Cabrera Vargas.