SILENTE ORACIÓN
Por: Víctor M Lara

Una tarde más de esta vida de miseria, trabajando la tierra del patrón, labrando de sol a sol, con la tierra entre las uñas y los pies cuarteados por el calor! Ya no me queda sudor para sudar, y mis piernas cansadas de caminar solo continúan andando por qué ya voy de regreso a mi jacal, que ni siquiera es mío, solo vivo ahí con mi mujer y mi chamaco mientras le sea útil al patrón…

Llegar y ver a mi mujer, marchita, cansada, junto al fogón hechando tortillas para recibirme de un día más de sol a sol de trabajo abrumador! Apenas tiene veinticinco años y se ve tan acabada! Con el niño pegado al pecho, me recibe con apenas un esbozo de sonrisa y me ofrece tortillas con chile y frijoles.. yo me los como para no hacerle el desaire, pero no tengo hambre, prefiero embrutecerme con un poco de pulque para olvidar mis penas hasta quedarme dormido profundamente debajo del único árbol que nos da sombra…

Me voy sumergiendo en un estupor que me hace flotar y pensar que todo es solo una horrible pesadilla! Y es entonces cuando siento que una enorme fuerza me jala de los pies y me arrastra varios metros por la agreste tierra! Abrí mis ojos solo para ver a mi compadre Juan que con mucho esfuerzo me tomaba de mi pierna y junto con otra persona me gritaban: “vas a estar bien, tu aguanta.. nada más aguanta!”

Fue entonces que pude escuchar la balacera que se escuchaba al rededor, pero aún no comprendía nada! Fue hasta que me tiraron en una sanja y mi compadre se abalanzó sobre mi, rasgando mis ropas y diciéndome con el miedo en la mirada que no me preocupara, que iba a “salir de esta”!

Fue entonces cuando note sus manos ensangrentadas, y vi como esa sangre, brotaba de mi vientre a borbotones mientras el aplicaba presión con mis ropas empapadas en mi propia sangre!
Y lo recordé todo! Recordé como fue que decidimos irnos a “la bola” a hacer la Revolución, recuerdo que lo pensamos bien y que ya nada teníamos que perder, por que nada teníamos ya!

Y ahora me invade con fuerza el miedo y la desesperanza, no por mi vida que ya no valía nada desde hace mucho… me invade el miedo de que mi muerte y la de tantos mexicanos como yo, gente de campo, honesta y trabajadora, no haya servido de nada, y al final de todo, no se logré el sueño anhelado de que algún día, mi hijo no tenga que ser esclavo en su propia tierra y tenga la oportunidad de un futuro mejor… pero a cada gota de sangre que se fuga, se van también mis fuerza y mis esperanzas de que esto algún día cambié, de que termine está eterna pesadilla en la cual el fuerte maltrate al débil y el rico abuse del pobre solo por ser pobre! Y así lanzo mi último suspiro como silente oración por todos nosotros!