Chihuahua, Chih. — Las aguas residuales de la capital del estado terminan principalmente en el río Sacramento y en el río Chuvíscar, lo que representa un serio problema sanitario y ambiental a pesar de la existencia de plantas tratadoras de aguas negras.
En particular, el río Chuvíscar concentra los efectos de la contaminación, afectando tanto a los pobladores que viven en sus márgenes como al ecosistema que depende de él.
Impacto ambiental
Contaminación del agua: La calidad del río se ha deteriorado por la descarga de aguas residuales, lo que compromete la salud de los ecosistemas acuáticos. Deforestación: La tala y pérdida de árboles en sus márgenes provocan erosión y pérdida de biodiversidad. Basureros ilegales:

Cientos de tiraderos clandestinos a lo largo del cauce agravan la contaminación y degradan el entorno natural. Urbanización: La expansión urbana sobre las riberas reduce los espacios naturales y modifica los patrones de flujo del agua.
Uso del agua residual
El agua contaminada tiene un destino particular en la región: se emplea en un corredor agrícola que va desde la comunidad de Palestina hasta la ciudad de Aldama, donde se cultivan principalmente forrajes y pastos.
Si bien las hortalizas de la zona se riegan con agua de pozos, la cercanía con un ambiente altamente contaminado representa un riesgo potencial para la salud pública.
Resiliencia del río
A pesar de estos retos, el río Chuvíscar mantiene su papel como un ecosistema vital: sostiene una franja arbolada de gran valor para la zona metropolitana de Chihuahua y preserva una notable biodiversidad. Su resistencia a desaparecer lo convierte en un símbolo de importancia ecológica y cultural para quienes habitan en su cuenca.

El trabajo fotográfico realizado durante más de cinco años documenta este proceso, mostrando tanto el deterioro ambiental como la resiliencia del río frente a la presión humana.
Por Chihuahua Es Noticia