En el árido desierto de Chihuahua habita un pequeño reptil tan curioso como admirable: la lagartija sorda. A pesar de su nombre, este animal no tiene oídos, pero posee la extraordinaria capacidad de detectar vibraciones en el suelo, lo que le permite mantenerse alerta ante posibles amenazas.
Su resistencia es notable. Está adaptada para sobrevivir en condiciones extremas de calor y sequía, y es una corredora veloz, lo que le ayuda tanto a cazar como a escapar de depredadores.
Pero más allá de su singular biología, esta lagartija cumple una función ecológica fundamental: todos los días escarba agujeros en la tierra para enterrarse, lo cual mejora el suelo y permite que las plantas y otros organismos accedan a nutrientes esenciales. Sin saberlo, esta especie contribuye activamente a la salud del ecosistema desértico.

Si alguna vez la ves, obsérvala con respeto. Es una aliada silenciosa del equilibrio natural.
Por Chihuahua Es Cultura