Imagina mirar al cielo nocturno y ver un coloso oscuro: un agujero negro supermasivo llamado Ton 618, el segundo más grande conocido en el universo. Ahora imagina que, en lugar de estar a miles de millones de años luz, estuviera tan cerca de nosotros como Alfa Centauri, el sistema estelar más próximo a la Tierra.
Un objeto así no se vería como una estrella brillante. Al contrario, se percibiría como un parche oscuro en el cielo, rodeado de estrellas deformadas por su intensa gravedad y gases brillantes girando a su alrededor. Su presencia sería tan impactante como peligrosa.
Ton 618 tiene una masa estimada de más de 66 mil millones de veces la del Sol. Si estuviera tan cerca, su fuerza gravitacional alteraría por completo nuestro sistema solar: las órbitas de los planetas cambiarían drásticamente, y la Tierra probablemente sería arrastrada fuera de su camino habitual. La estabilidad que permite la vida tal como la conocemos se vería amenazada.
Sin embargo, también sería una vista asombrosa. El resplandor de la materia cayendo en espiral hacia el agujero negro formaría un disco de acreción luminoso, un anillo brillante de energía que contrastaría con la negrura total del horizonte de eventos. Un espectáculo fascinante y aterrador a la vez.
Pensar en Ton 618 y lo que representaría tenerlo cerca nos recuerda cuán vasto es el universo. Aunque está lejos de nosotros, su existencia alimenta nuestra curiosidad por el espacio y los fenómenos extremos que existen más allá de nuestro planeta. Es una prueba del poder de la naturaleza y un llamado a seguir explorando lo desconocido.
Por Chihuahua Es Cultura