La historia de la industria cementera en el estado de Chihuahua se remonta a los primeros años del siglo XX, cuando el empresario Federico Terrazas Falomir, visionario y pionero, intentó establecer una fábrica de cemento aprovechando la abundancia de piedra caliza y otras materias primas en la región.
En ese primer esfuerzo se unió a Juan F. Brittingham, figura emblemática del empresariado chihuahuense, aunque el proyecto no logró consolidarse en ese momento.
Fue hasta 1941 cuando se fundó formalmente Cementos de Chihuahua, gracias a la iniciativa conjunta del ingeniero estadounidense Edwin J. Ryan y del empresario mexicano Carlos Guízar.
Ambos retomaron la idea de aprovechar los recursos naturales del estado para desarrollar una industria cementera sólida, pero pronto advirtieron que el proyecto requería de una importante inversión de capital.
En busca de apoyo, acudieron al influyente banquero y empresario Eloy S. Vallina, uno de los personajes más relevantes en el desarrollo económico de Chihuahua durante el siglo XX.
Vallina convocó a un grupo de destacados empresarios locales para respaldar el proyecto, entre ellos el propio Federico Terrazas Falomir, quien finalmente formó parte del grupo fundador que logró poner en marcha la empresa.
En aquel entonces, la planta se estableció en una zona alejada de la ciudad de Chihuahua. Hoy, esa misma ubicación se encuentra rodeada por áreas densamente pobladas, reflejo del crecimiento urbano que ha acompañado el desarrollo industrial de la región.
En 1991, Cementos de Chihuahua dio un paso clave en su evolución empresarial al transformarse en Grupo Cementos de Chihuahua (GCC), consolidándose como una de las compañías cementeras más importantes de México y con presencia internacional, particularmente en Estados Unidos.
Por Chihuahua Es Historia