Ubicado en el noreste del estado de Chihuahua, el Cañón de Santa Elena es una joya geológica y ecológica que se extiende por aproximadamente 100 kilómetros de largo y 30 kilómetros de ancho. Con altitudes que oscilan entre los 700 y los 2,400 metros sobre el nivel del mar, este cañón ofrece un paisaje impresionante que combina montañas, desierto y biodiversidad única.

El Cañón de Santa Elena fue declarado Área de Protección de Flora y Fauna el 7 de noviembre de 1994, con el objetivo de conservar el ecosistema del desierto chihuahuense. Este espacio alberga una variedad de formaciones vegetales, incluyendo matorral desértico micrófilo, matorral desértico rosetófilo, pastizales, bosques de encino y vegetación riparia. Además, es hogar de especies adaptadas a la aridez, como el gato montés y diversas aves rapaces.
La historia humana en la región se remonta a períodos paleoindios, con evidencias de ocupación que incluyen puntas de flecha, morteros y pinturas rupestres. Estas huellas indican la presencia de grupos como los Conchos, los Jumano, los Chisos, los Apaches y los Chiricahua, quienes habitaron y transitaron por esta área.

Para los amantes de la naturaleza y la aventura, el Cañón de Santa Elena ofrece actividades como el senderismo, la observación de flora y fauna, y la fotografía de paisajes. Su ubicación remota y su belleza escénica lo convierten en un destino ideal para quienes buscan explorar los rincones más auténticos de México.
En resumen, el Cañón de Santa Elena no solo es un paraíso natural, sino también un testimonio vivo de la historia geológica y cultural de la región. Su conservación y promoción son esenciales para garantizar que las futuras generaciones puedan disfrutar de este invaluable patrimonio.

Por Chihuahua Es Turismo