Aunque durante siglos la humanidad lo imaginó como una inmensa hoguera en el cielo, la ciencia moderna ha demostrado que el Sol no es fuego. En realidad, se trata de una enorme esfera de plasma, el cuarto estado de la materia, que genera luz y calor a través de la fusión nuclear.
El fuego que conocemos en la Tierra es una reacción química de combustión que requiere oxígeno. Sin embargo, en el espacio no existe oxígeno suficiente para producir este tipo de reacción.
La verdadera fuente de energía del Sol se encuentra en su núcleo, donde los átomos de hidrógeno se fusionan para formar helio, liberando cantidades colosales de energía. Este proceso, conocido como fusión nuclear, es el responsable del brillo y la temperatura que llegan hasta nuestro planeta.
Además, la composición del Sol —formado principalmente por hidrógeno y helio en estado de plasma— genera intensos campos magnéticos y fenómenos como manchas solares y erupciones que influyen directamente en la Tierra.
De este modo, más que una “bola de fuego”, el Sol es en realidad una central nuclear natural que hace posible la vida en nuestro planeta.
Por Chihuahua Es Cultura