Ciudad de México.— Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar, es conocido en la comunidad científica como una “estrella fallida”. La razón es que, aunque está compuesto principalmente de hidrógeno y helio, los mismos elementos que conforman al Sol, nunca alcanzó la masa suficiente para iniciar el proceso de fusión nuclear que da energía a las estrellas.
A diferencia del Sol, que convierte hidrógeno en helio gracias a sus altísimas temperaturas y presiones internas, Júpiter carece de las condiciones necesarias para desencadenar esta reacción. Según astrónomos, si el planeta hubiera tenido entre 70 y 80 veces más masa, podría haberse transformado en una enana marrón, un tipo de “estrella incompleta” que emite luz tenue.
Hoy, Júpiter sigue siendo un coloso gaseoso con un diámetro once veces mayor que el de la Tierra y una influencia gravitacional crucial para la estabilidad del Sistema Solar. Su papel como “estrella que no fue” lo convierte en un objeto fascinante para la astronomía moderna y en recordatorio de los procesos cósmicos que determinaron el equilibrio de nuestro vecindario espacial.
Por Chihuahua Es Cultura