Gloucester, Inglaterra. — En 1997, nacieron dos hermanas que harían que el mundo entero se detuviera a mirar. Lucy y Maria Aylmer llegaron al mundo el mismo día, hijas de Vince, un padre blanco, y Donna, una madre mestiza — mitad jamaicana, mitad británica.
Lo sorprendente no fue su nacimiento como gemelas, sino sus marcadas diferencias físicas.
Lucy nació con piel muy clara, cabello rojo liso y ojos azules, mientras que Maria tenía la piel morena, rizos negros y ojos color miel.
Los especialistas describen casos como el suyo como una “lotería genética”: un fenómeno poco común, pero completamente posible, cuando los genes de ambos padres se combinan de manera única en cada hijo.
Durante su infancia, muchos no creían que fueran hermanas. En la escuela, solían pensar que solo eran amigas, y en más de una ocasión tuvieron que mostrar su certificado de nacimiento para demostrar lo contrario.
En 2015, su historia dio la vuelta al mundo cuando sus fotografías se hicieron virales. Millones de personas quedaron fascinadas por la belleza y diversidad que representaban.
Más allá de los titulares y la curiosidad mediática, Lucy y Maria transmitieron un mensaje profundo: el amor y la familia no se definen por el color de la piel.
Su historia sigue siendo un recordatorio de que cada persona es una combinación irrepetible de herencia, historia y alma.
En esa diversidad —como en el caso de las gemelas Aylmer— habita uno de los mayores tesoros de la humanidad.

Por Chihuahua Es Cultura