Esta fotografía, tomada en la tranquila bahía de Port Townsend, próximo a Seattle, Estados Unidos, en la noche del 23 de mayo de 1910, captura un momento que marcó a toda una generación: el paso del cometa Halley surcando el cielo nocturno. A pesar de su antigüedad y su aspecto tenue, la imagen conserva algo profundamente humano: la eterna fascinación que sentimos por lo que brilla más allá de nuestra atmósfera.
En aquella época, sin satélites, sin sondas espaciales y sin telescopios orbitales, el cielo era un espectáculo directo, casi íntimo. El Port Townsend Leader relataba que el cometa fue observado por primera vez el 21 de enero de 1910 y nuevamente el 1 de febrero. La expectación creció durante meses, mientras comunidades enteras se reunían al anochecer para contemplar la enorme cola luminosa que cruzaba el firmamento.
La fotografía muestra un velero anclado en la quietud del puerto, mientras la brillante estela del Halley parece rozar la línea del horizonte. Es un recordatorio de otra época, en la que mirar al cielo era una mezcla de misterio, ciencia y magia.
Más de un siglo después, seguimos levantando la vista con el mismo asombro. Porque, en el fondo, el ser humano siempre ha encontrado en el cosmos un espejo de su curiosidad y su deseo de comprender.
Referencias
Port Townsend Leader, edición del 22 de enero de 1910.
Archivo histórico MSS 137, foto 1988.18.1.
Registros de observación del cometa Halley, paso de 1910.
Por Chihuahua Es Historia