Un hallazgo astronómico ha sorprendido a la comunidad científica: un acantilado de aproximadamente un kilómetro de altura se encuentra en la superficie de un cometa.
La formación, de dimensiones colosales, representa un reto para la exploración espacial y ofrece nuevas pistas sobre la geología y el origen de estos cuerpos celestes. Los especialistas señalan que este tipo de estructuras permiten entender mejor la composición y evolución de los cometas, considerados auténticas cápsulas del tiempo del sistema solar.