Esto es una prueba de impacto hiperveloz: un experimento que simula lo que ocurre cuando incluso un objeto diminuto golpea una superficie a 24,000 km/h (6.7 km/s).
Esa es la realidad en la órbita baja terrestre, donde las velocidades relativas pueden ir de 7 a 15 km/s. A esa rapidez, hasta una partícula de pintura puede perforar el metal como si fuera una bala.
Para resistir este peligro, las naves espaciales y la Estación Espacial Internacional dependen de protecciones multicapa, como los escudos Whipple, capaces de absorber y dispersar el impacto.
Sin ellos, un solo fragmento de basura espacial podría provocar daños catastróficos en cuestión de segundos.