La misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) dejó un legado histórico el 30 de septiembre de 2016, cuando su cámara de ángulo estrecho OSIRIS capturó las imágenes más detalladas jamás obtenidas del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko durante su descenso controlado.
Desde una altitud de aproximadamente 16 kilómetros, Rosetta logró una resolución de 30 centímetros por píxel, lo que permitió obtener vistas de unos 614 metros de ancho de la enigmática superficie cometaria. Estas imágenes mostraron grietas, rocas y depresiones, revelando la complejidad de un mundo helado de más de 4,500 millones de años.
En sus últimos instantes, ya a escasos metros del suelo, la nave alcanzó una resolución sorprendente de apenas 5 milímetros por píxel, con tomas que cubrieron áreas de tan solo 2.4 metros de ancho. Fue la primera vez que la humanidad contempló tan de cerca la textura real de un cometa.
La misión Rosetta, que acompañó al 67P durante más de dos años, no solo revolucionó nuestro conocimiento sobre estos cuerpos primitivos del sistema solar, sino que también marcó un hito en la historia de la exploración espacial: terminó su viaje posándose suavemente en el mismo cometa al que había dedicado su misión.

Por Chihuahua Es Cultura