En el año 5.675 a.C., mientras los primeros humanos comenzaban a domesticar plantas y animales y a construir aldeas, un visitante cósmico atravesaba silenciosamente la Nube de Oort, la frontera más lejana de nuestro sistema solar. Se trata del cometa interestelar 3I/ATLAS, que viaja a una velocidad aproximada de 60 km/s y no pertenece a nuestro sistema solar.
Los científicos estiman que su recorrido por la Nube de Oort duró alrededor de 7.700 años, antes de acercarse al interior del sistema solar, donde finalmente pudo ser observado desde la Tierra moderna.
Este cometa, más antiguo que nuestro propio Sol, recuerda la vastedad y antigüedad del universo, y cómo la historia de la humanidad apenas representa un instante frente al viaje de los cuerpos celestes. Mientras los primeros aldeanos miraban el cielo con ojos humanos, 3I/ATLAS ya surcaba el espacio interestelar, testigo silencioso de los albores de la civilización.