Me levanto todas las mañanas para atender a mi abuelita, desayunamos, luego ella me invita a dormir la siesta después de almorzar.
Ya cumplió 90 años.
Ella está delicadita pero es un roble. Los que la conocen saben lo vanidosa y hermosa que fue en su juventud. Yo salía siempre con ella y nos decían que se parecía mucho a la actriz de ‘Titanic’.
La llevaba a mi trabajo y a eventos. La acreditaba como periodista y solo una vez Arturo Calle preguntó qué hacía una abuela en el lanzamiento de su nueva colección.
La miró y le dijo:
-Usted está muy elegante señora.
Y ella respondió:
-Gracias. Mi nieto me trajo.
Yo seguí:
-Disculpe, no tenía con quién dejarla.
-“Tranquilos, bienvenidos”, sonrió.
Yo sufría y me preocupaba mucho por ella, solo me tenía a mí.
Usó tacones hasta los 85 años, se maquillaba muy bonito. Sus ojos azules ya miran tristes.
La baño y ella misma desconoce su cuerpo y me dice: -Mijo, mire cómo estoy de acabada. Yo me volteo porque no puedo llorar delante de ella y le cambio el tema y la animo, le traigo su leche caliente con Ensure para que se alimente.
Respiro profundo, es muy difícil ver que una persona que hizo tantas cosas en su vida, que estudió y se hizo profesional en una época en donde las mujeres no tenían derecho a nada. Trabajó en la Contraloría General de la República hasta pensionarse, educó, cocinó, tejió, pintó. Ahora solo espera el llamado de Dios y lo anhela a diario.
Me dicen conocidos que si estoy preparado. Yo les digo que sí. A veces no sé, porque me levanto asustado cuando no la oigo roncar y se me paraliza el corazón de imaginarme su partida.
Discuto con ella porque no come. Con mucha dificultad cucharea. Hace un tiempo me enviaban seguido a la Policía y hasta me demandaron mis vecinos por abandono.
Pero les dije: -Yo tengo que trabajar, estudiar, hacer mi vida y construir mi futuro, porque ella se va y yo me quedo. La atiendo al máximo porque la amo, pero sino trabajo como vivimos.
Lo entendieron con el paso de los 10 años que ha estado a mi cargo. No se encerró en un hogar geriátrico. Y yo decidí que debe estar en su casa. En la que ella vive y trabajó para conseguirla. Esa fué la voluntad de mi MADRE cuando falleció aquí mismo.
“CUÍDALA”, me dijo.
¡Valoremos a ese ser tan tierno que nos vio crecer!
Créditos a su autor
Tomado de la web
Por Chihuahua Es Cultura