En las relaciones de pareja existen dinámicas que, sin darse cuenta, pueden alterar el equilibrio y transformar a la compañera en una especie de “madre” de su esposo o novio. Especialistas en terapia familiar y de pareja, como el alemán Bert Hellinger, advierten que cuando esto sucede se rompe el orden jerárquico natural de la relación, generando conflictos y desigualdad.
Señales de alerta
De acuerdo con estas teorías, una mujer comienza a ocupar el rol de madre de su pareja cuando:
Le impide tomar decisiones y él busca su aprobación, como lo haría un hijo. Tolera faltas de respeto, groserías o humillaciones, minimizando el problema. Le indica cómo vestirse, comportarse o actuar, como si lo estuviera educando. Se hace cargo de ordenar sus cosas o recoger su ropa, fomentando dependencia. Limita su papel como padre y se coloca por encima de él en la crianza de los hijos. Lo protege de los demás e interfiere en su manera de relacionarse con el entorno. Supervisa y corrige constantemente sus actos, en lugar de verlo como adulto. No lo considera de igual a igual en las decisiones familiares. Insiste en tener siempre la última palabra, generando resentimiento.
Una relación de iguales
Hellinger sostiene que la pareja solo puede crecer cuando ambos miembros se reconocen como adultos y se relacionan en un plano de igualdad. Cuando la mujer asume un papel maternal, envía un mensaje implícito: “no confío en ti como hombre”, lo que genera frustración y distancia.
El reto: sanar y soltar
Para evitar esta dinámica, especialistas recomiendan que las mujeres trabajen en su autoestima, heridas de la infancia y creencias limitantes, de modo que puedan establecer vínculos más equilibrados.
“El amor de pareja no se trata de educar ni corregir al otro, sino de caminar juntos como compañeros”, señalan terapeutas de la corriente sistémica.
En conclusión, si lo que se busca es un compañero de vida, la clave está en respetar el lugar de cada quien, sin caer en el rol de madre o hijo dentro de la relación.
Por Chihuahua Es Cultura