Durante la década de los setenta, Chihuahua atravesaba una etapa de fuerte impulso urbano. En 1974 se inauguró el Puente de la Campesina, una obra que transformó la manera en que la ciudad se conectaba.
Levantado sobre el río Chuviscar, este puente dio continuidad al libramiento noroeste, facilitando el tránsito entre las zonas oeste y norte de la capital. Gracias a su construcción, miles de vehículos pudieron evitar el congestionado centro histórico, mejorando significativamente la movilidad urbana.
Hoy, el Puente de la Campesina no solo forma parte esencial de la infraestructura vial de Chihuahua, sino que también se ha convertido en un símbolo del desarrollo y la modernización que marcaron una nueva etapa en la historia de la ciudad.
Por Chihuahua Es Historia