Hércules, Coah. — En medio del desierto del norte de México, donde la tierra es dura y el viento sopla historias de otro tiempo, se encuentra Hércules, Coahuila.
Este pueblo minero, con nombre de fuerza mítica, guarda una de las historias más sorprendentes del país: la de una comunidad forjada por el hierro y sostenida por el corazón incansable de sus habitantes.

Fundado alrededor de una mina de hierro que llegó a ser de gran importancia nacional, Hércules fue durante décadas un núcleo próspero y autosuficiente. En su época dorada, más de mil familias vivieron allí, en un entorno aislado pero completamente funcional. Escuelas, clínicas, tiendas, una estación de radio y hasta un ferroducto de casi 300 kilómetros —que transportaba el mineral hasta Monclova— hacían de este lugar un verdadero oasis industrial en medio del desierto.

La Radio Minera 97.3 FM fue durante años la voz de la comunidad, uniendo a los habitantes de Hércules con noticias, música y mensajes, en un tiempo en el que no había señal de celular ni internet.
Hoy, aunque la mina ya no retumba como antes y muchas familias han partido, Hércules no es un pueblo fantasma. Es un símbolo de resistencia, de la fuerza obrera del norte y del orgullo minero mexicano. La comunidad aún conserva su identidad, su memoria y sus paisajes únicos entre montañas y polvo.

En un país que a menudo olvida a sus pueblos industriales, Hércules merece ser recordado como lo que fue y lo que sigue siendo: un gigante dormido del desierto mexicano.
