Por Redacción
En una época donde el lujo dominaba la industria relojera, un visionario japonés decidió tomar un rumbo distinto. Tadao Kashio, fundador de Casio, no buscaba diseñar joyas para la muñeca, sino herramientas confiables para la vida real.
“Yo no quería diseñar un lujo… quería crear un reloj que pudiera resistir el tiempo y acompañarte en la vida real”, dijo alguna vez Kashio, dejando clara su filosofía. Mientras otras marcas se enfocaban en el brillo del oro o los diamantes, él pensaba en el estudiante, el obrero, el científico. En todas aquellas personas que necesitaban un reloj funcional, duradero y accesible.
Así nació el espíritu Casio: un reloj capaz de sobrevivir caídas, de acompañar a su portador en exámenes, trabajos, aventuras o primeras citas. No buscaba deslumbrar, sino cumplir su propósito con honestidad y resistencia.
Con modelos como el icónico F91W, Casio se convirtió en símbolo de practicidad y fiabilidad. Sus relojes no solo daban la hora, enseñaban a valorar el tiempo y a llegar puntuales a los sueños. Por eso, aún hoy, cada Casio en la muñeca representa una declaración: “Estoy listo para lo que venga.”
“El tiempo es valioso. Merece un reloj que lo respete”, afirmó Kashio. Y es precisamente ese respeto por el tiempo y la vida real lo que ha convertido a Casio en una marca eterna.